Menos estudios, más dificultad para encontrar trabajo y empleos menos estables a lo largo de la vida son algunas de las desventajas que acarrea un embarazo en edad adolescente. Un estudio elaborado por el CSIC y la Universidad Complutense de Madrid a partir de 9.700 menores embarazadas durante los últimos 50 años describe este impacto sobre las mujeres que accedieron pronto a la maternidad, se emanciparon y formaron pareja.
"El acortamiento de los estudios es uno de los mayores hándicaps de las madres precoces", subrayó la directora de la investigación, Margarita Delgado. Dos datos de gran contundencia: el acceso a la universidad de las madres adolescentes no llegó al 5%, frente al 22,6% de las que fueron madres entre los 30 y los 34.
La investigación del CSIC también ha comprobado que la actividad laboral entre las madres no adolescentes es superior en 10 puntos a la de las madre precoces. Además, estas tienen mayor inseguridad en el mundo laboral, hasta el punto de que, entre las mujeres nacidas de 1960 a 1970, "menos del 50% han logrado empleo estable".
En general, las mujeres que fueron madres en la adolescencia, en el momento de la concepción, estaban solteras y vivían con sus padres. La situación cambia totalmente si se las observa en el momento del nacimiento de su hijo. "Ello se debe a que el embarazo desencadena el proceso de emancipación y emparejamiento", apuntó Delgado.
DE FAMILIA NUMEROSA Las madres adolescentes, según el perfil trazado por los expertos, suelen proceder de hogares con una media de vástagos sensiblemente superior al resto, y ellas mismas tienen a la larga una media de hijos más elevada que sus coetáneas. La maternidad en la etapa adolescente conlleva una notable aceleración del curso vital respecto a las que han sido madres más tarde, lo que se aprecia en la formación de la familia. "Paradójicamente se retrasa la incorporación a la vida adulta, clave en el ámbito laboral", apuntó Delgado.
"El acortamiento de los estudios es uno de los mayores hándicaps de las madres precoces", subrayó la directora de la investigación, Margarita Delgado. Dos datos de gran contundencia: el acceso a la universidad de las madres adolescentes no llegó al 5%, frente al 22,6% de las que fueron madres entre los 30 y los 34.
La investigación del CSIC también ha comprobado que la actividad laboral entre las madres no adolescentes es superior en 10 puntos a la de las madre precoces. Además, estas tienen mayor inseguridad en el mundo laboral, hasta el punto de que, entre las mujeres nacidas de 1960 a 1970, "menos del 50% han logrado empleo estable".
En general, las mujeres que fueron madres en la adolescencia, en el momento de la concepción, estaban solteras y vivían con sus padres. La situación cambia totalmente si se las observa en el momento del nacimiento de su hijo. "Ello se debe a que el embarazo desencadena el proceso de emancipación y emparejamiento", apuntó Delgado.
DE FAMILIA NUMEROSA Las madres adolescentes, según el perfil trazado por los expertos, suelen proceder de hogares con una media de vástagos sensiblemente superior al resto, y ellas mismas tienen a la larga una media de hijos más elevada que sus coetáneas. La maternidad en la etapa adolescente conlleva una notable aceleración del curso vital respecto a las que han sido madres más tarde, lo que se aprecia en la formación de la familia. "Paradójicamente se retrasa la incorporación a la vida adulta, clave en el ámbito laboral", apuntó Delgado.
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