
El proceso emocional que lleva a un hombre o a una mujer a convertirse en persona, no es cosa fácil, ya que las identificaciones que imperan en un determinado momento sociocultural, ejercen estructuralmente un papel decisivo en la adopción de roles de género. La masculinidad como estereotipo se ha vinculado frecuentemente a rasgos físicos y psicológicos como la fuerza física que otorga hombría, el saber responder a las agresiones y defenderse con vigor tanto física como verbalmente, la competitividad feroz con los iguales que retroalimenta el ideal masculino, el control de las emociones, la capacidad resolutiva, el dominio en el contexto familiar y el despegue hacia la conquista del poder en el ámbito público, que otorga un lugar privilegiado al jefe-patriarca entre los demás machos de la horda primitiva. (art. completo pulsar aquí)
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