El goteo de casos de violencia de género asociada al secuestro de mujeres originarias de países musulmanes tiene sus motivos. "No se ha deteriorado la situación. Sólo que ahora empiezan a denunciarse estos casos", aclara Hadar Saabi, musulmana marroquí dedicada a la mediación cultural y ponente de varios congresos de feminismo islámico en España. Que trasciendan casos aporta, paradójicamente, cierta nota positiva. "La comunidad inmigrante está madurando para denunciar. Es el reto pendiente contra la violencia de género", señala.
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