Un hombre con orden de alejamiento entra en casa de su esposa a las cuatro de la madrugada. Usa sus llaves, que conservaba de cuando convivían, y un plástico para levantar el pestillo de seguridad. Todo está oscuro. La mujer y los hijos están acostados. Se dirige al dormitorio principal, donde acaba golpeándola y retorciéndole el cuello hasta creer que está muerta. Los hijos, de 13 y 15 años, se despiertan por los gritos del padre y se lo encuentran con un cuchillo en la mano, asfixiándola. La mujer salvó la vida de milagro, pero quedó tetrapléjica. No puede moverse. El Tribunal Supremo ha rebajado la pena de 21 a 16 años de cárcel porque entiende que no había quedado probada la alevosía, agravante que sí había apreciado la Audiencia de Madrid y que convierte el homicidio en asesinato. La sentencia, cuyo ponente es el magistrado Luciano Varela, no se puede recurrir. (art. completo pulsar aquí)
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